martes, 27 de agosto de 2013

La política feminista de la sororidad

[Por Marcela Lagarde ]
La Carta de las Mujeres a la Humanidad surgió del movimiento mundial de las mujeres, un movimiento que se piensa y se siente desde distintas culturas, creencias, edades, profesiones, etc. Este movimiento tiene diferentes formas de organización y de expresión (una parte es feminista y su origen está en el inicio del movimiento feminista) y todas ellas son transformadoras. Propone:
-  una opción positiva por la vida, caracterizada por el anhelo a la paz (no siempre fue así, pero sí en el siglo XX)
-  una atención social a favor de la convivencia solidaria ante la crispación y la jerarquización social.
En el último tiempo, este movimiento ha colocado en el centro conseguir la paz para las mujeres. Anteriormente, se había planteado conseguir derechos políticos, laborales, etc. para ellas. Esto nos ha permitido ver la violencia como un problema para las mujeres que afecta a otros ámbitos que pensábamos que estaban desconectados.
Juntas, vamos construyendo un modelo porque de la experiencia de una mujer nos beneficiamos todas. Aunque ni lo sepamos, cambios que hacemos en nuestras vidas los hemos tomado de otras. Después, llegará alguien que a todo esto le ponga indicadores, el nombre de plan, de programa… y estas experiencias tendrán la sistematización que requieren. Todas somos diversas, incluso entre cada una misma según el momento de la vida en el que se encuentre.
El encuentro entre mujeres diversas se está produciendo en todo el mundo (Internet). En algunos lugares apartados del mundo hay mujeres con un ordenador conectado a Internet que están haciendo un master en género. Hoy ha cambiado el mundo, en parte por el uso que hacemos nosotras de las comunicaciones y de la apropiación de lo que hacen las mujeres de todas partes del mundo, de sus prácticas exitosas.
La Carta de las Mujeres a la Humanidad fue suscrita en el año 2000 por la marcha mundial de las mujeres, en el seno de la política que no beneficia a la mayoría, sino a un grupo de hombres. En 2004, en Ruanda, se hace un gran aporte: una presentación a la humanidad del movimiento de mujeres en el mundo.
La Carta dice que las mujeres hemos contribuido a la democracia y a cambiar el mundo y hace un llamamiento a mujeres, hombres, pueblos oprimidos, etc. para que planteen un pacto dirigido a transformar el mundo y a modificar radicalmente los nexos que nos unen. Es un poder alternativo, que conllevará la erradicación de lo que no queremos. Es una praxis constructiva, una posición muy distinta a la confrontación. Se sostiene sobre cinco pilares principales:
-igualdad -paz -libertad -solidaridad -justicia
Hace un llamamiento a todas las fuerzas sociales para que estos valores sean puestos en práctica. Se requieren, desde luego, cambios estructurales; los cambios ideológicos y valorativos no son suficientes. De lo contrario, cada cual le daría un contenido a la justicia. (Hoy escuchamos discursos de igualdad a organizaciones que reproducen la desigualdad).
Sabemos que no estamos dispuestas a tolerar más. En los últimos tiempos nos hemos dedicado a buscar qué sinergias tienen que producirse entre organizaciones locales, internacionales, etc. para lograr el piso para las mujeres y la búsqueda ha adquirido una dimensión internacional. Nos referimos al piso del derecho internacional, que se convierte en nacional a través de los pactos internacionales. Tenemos que articularnos entre lo internacional, lo nacional y lo local para poder tener una potencia más alta y para que este movimiento sea sustentable. Si no, puede resultar una cosa veraniega, o sea, pasajera.
Desde el feminismo se ha creado la concepción de igualdad entre mujeres y hombres. El feminismo es radical porque:
- plantea ir a la raíz de aquello que nos coloca en desventaja, que nos daña, que lesiona una forma digna de vida.
- proclama la condición humana de las mujeres. Esta humanidad no es reconocida en muchas partes del mundo o se reconoce parcialmente o sólo si está en función del desarrollo de otras personas o para producir una mejor ciudadanía.
- proclama la igualdad entre mujeres y hombres. No sólo hacemos el proyecto, sino que lo llevamos a la práctica, algo inadmisible por muchas organizaciones añejas y anacrónicas.
- para construir la igualdad tenemos que cambiar. Y los cambios deben ser profundos en nosotras mismas. No se trata de predicar, sino que implica una transformación de las marcas, los deberes, los mandatos y los sellos que nos impiden el desarrollo de nuestra vida.
- plantea una transformación rotunda de las mujeres. ¿Cuáles son los cambios que tienen que hacer las mujeres en su condición social de género para contribuir a la igualdad? Celia Amorós plantea cómo las mujeres hemos sido construidas como idénticas, como LA mujer. A finales del siglo XX se modificó el lenguaje y se nombra al colectivo en plural (MUJERES). Es una ‘s’ de diversidad, de una diversidad que queremos reconocer. Con los hombres pasa igual; un hombre no es la representación del patriarcado. Las mujeres del siglo XXI estamos llamadas a ir poniendo nombre a las cosas.
- demanda una redistribución equitativa de la propiedad, lo que supondría una revolución agraria mundial. Las mujeres se dejan la piel trabajando la tierra pero no son titulares.
Los hombres tienen que cambiar y eso tiene que estar normado. Las leyes que estamos aprobando implican a los hombres directamente. Los hombres se quedan en atender al violento, pero no se plantean más allá; hay 110.000 abortos en España (500.000 en México) al año y no se plantean qué tiene que ver esto con ellos.
Hay que ir revisando el pasado, pero siempre con un pie en el futuro. Hay que revisar nuestro el compromiso con la causa de las mujeres y tenemos que asumir cada vez más articuladamente esta problemática.
La carta plantea la solidaridad, palabra que aprendimos del movimiento obrero. Después nos dimos cuenta de que el concepto fue un aporte del movimiento feminista al movimiento obrero, que se planteaba la fraternidad.
Celia Amorós, en el escrito ‘Violencia patriarcal’, explica que el primer pacto de complicidad entre los hombres es un pacto de exclusión de las mujeres y, por lo tanto, de violencia contra ellas, porque el hecho de partir de esa exclusión (plasmada, entre otros ámbitos, en el derecho). Es un pacto implícito y culturalmente instalado.
La declaración ‘Derechos del hombre y del ciudadano’ fue acompañada de un feminicidio porque excluyeron económica, política y socialmente a las mujeres. Además, las prohibieron y después las llevaron a la guillotina por vindicar los derechos de las mujeres y de las ciudadanas (Olimpia de Gouges). Esta exclusión es una violencia y asegura el control de las mujeres. Las otras formas de violencia tampoco dañan sólo a una mujer, sino a todas, porque la violencia es simbólica.
La sororidad
La fraternidad es un concepto que abarcaría a mujeres y a hombres porque tiene reconocimiento humano. Abarcaría también la cultura de la sororidad. Este no es un concepto religioso, pero sí tiene un latinajo ‘sor’ (hermana). Significa que ninguna está jerarquizada. Tiene como sentido la alianza profunda y compleja entre las mujeres.
Sororidad/ soridad/ sisterhood: pacto político de género entre mujeres que se reconocen como interlocutoras. No hay jerarquía, sino un reconocimiento de la autoridad de cada una. Está basado en el principio de la equivalencia humana, igual valor entre todas las personas porque si tu valor es disminuido por efecto de género, también es disminuido el género en sí. Al jerarquizar u obstaculizar a alguien, perdemos todas y todos. En ocasiones, la lógica patriarcal nos impide ver esto.
La sororidad tiene un principio de reciprocidad que potencia la diversidad. Implica compartir recursos, tareas, acciones, éxitos… Reconocer la igual valía está basado en reconocer la condición humana de todas, desde una conceptualización teórica de lo que significa.
Otro aporte de la sororidad es dar a conocer las aportaciones de las mujeres para construir la valoración no sólo de la condición humana sino de sus hechos. La cosa no es ‘cómo nos queremos’; la clave está en que nos respetemos, algo difícil porque no estamos educadas en el respeto a las mujeres. Se trata de enfrentar la misoginia, grave problema que causa grave daño a la democracia.
La sororidad exige de nosotras revisar la propia misoginia; cada una tiene que ir descubriendo dónde, cómo se nos aparece, cómo nos legitima para dañar a las otras. Eso también es violencia.
La sororidad es una política que trata de desmontar la misoginia, acción básica para el empoderamiento de las mujeres y la construcción de la igualdad. Si ella, nos pondremos trabas entre nosotras mismas. ¿Cómo lograr la sinergia entre mujeres diferentes que reconocen que la diversidad es un valor positivo, que se unen para universalizar los derechos y para contribuir a la valoración de los derechos de las mujeres en el mundo?
La sororidad es posible como un proceso, siempre y cuando cada una sea posible de alcanzar la mismidad, basada en la autonomía de las mujeres. ‘Auto’ (otro latinajo) quiere decir ‘yo’, poder tener la independencia, también sexual.
La mismidad consiste en ir asumiendo esta construcción de las mujeres como sujeto, como nosotras mismas y en el mundo. Está relacionada con el empoderamiento individual y con el colectivo.
Todo esto es la Carta de las Mujeres a la Humanidad.
En el turno de preguntas...
- Sobre que los hombres dicen sentirse excluidos en los espacios de mujeres.
Lo que no aceptan los hombres no es su exclusión, sino nuestra agregación. Sólo la aceptan si es para rezar, intercambiar recetas o hacer otras actividades más modernas como andar en bici, pero no si es para identificarnos y para lograr una complicidad entre nosotras. La agregación entre mujeres que no sean de vínculo sanguíneo es algo novedoso desde el punto de vista antropológico. Los hombres deben de estar asustados, teniendo en cuenta que cuando ellos se han reunido ha sido para nuestra exclusión; piensan que nosotras vamos a hacer lo mismo. A las mujeres se les ha mantenido aisladas, no sólo excluidas. Tenemos que pensar pasar de los grupos de apoyo de amigas a los de conciencia feminista.
- Sobre el feminicidio.
Toda violencia es política y la violencia contra las mujeres es la forma más normalizada en la sociedad. El feminicidio es el homicidio político de género y contribuyen a él las comunidades y las instituciones que no hacen lo necesario por construir una cultura de igualdad, por reformar la educación y por respetar las leyes nuevas de igualdad.

2009-06
http://bit.ly/xXcmOj

jueves, 15 de agosto de 2013

La estigmatizacion y el racismo

Racismo 


Otorgar o retener derechos o privilegios basándose en la raza o rehusar asociarse con personas por su raza se conoce como discriminacion  racial.
El racismo se entiende como la exacerbacion  o defensa del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros, así como designa la doctrina antropológica o la ideología política basada en este sentimiento.
Las actitudes, valores y sistemas racistas establecen, abierta o veladamente, un orden jerárquico entre los grupos étnicos o raciales, utilizado para justificar los privilegios o ventajas de las que goza el grupo dominante


Estigmatizacion 


Las personas estigmatizadas son enviadas al ostracismo, devaluadas, rechazadas y vilipendiadas.
Experimentan discriminación, insultos, ataques e incluso asesinatos, y aquellos que se perciben a sí mismos como miembros de un grupo estigmatizado (lo sean o no), experimentan estrés psicológico

Desde la perspectiva de las personas estigmatizadoras, la estigmatización provoca su deshumanización, la amenaza y aversión al otro y la despersonalización de los demás a través de caricaturas estereotipadas.
Estigmatizar a los demás teóricamente serviría a estas personas para mejorar su autoestima mediante la comparación a la baja, comparándose con otras personas que parecen menos afortunadas y mejorar así su bienestar mediante el desprecio a los demás 
En el siglo XXI, muchos psicólogos consideran la estigmatización estereotipación consecuencia de las limitaciones y ausencia de habilidades sociales de determinadas personas, así como de la información y experiencia social a la que se ven expuestas.



lunes, 12 de agosto de 2013

Historia de Sarah Bartman, la venus Hottentot


Saartjie Baartman (comúnmente conocida como Sara) nació en 1789 en una región cercana al río Gamtoos en Cabo Este. Hogar de los nativos Joi-Joi. El carácter dulce y pacífico de los Joi-Joi del África del Sur los llevó a recibir amigablemente a los Boers (campesinos) instalados, en el siglo XVII, en la Colonia del Cabo, por la Compañía de Indias Orientales holandesa. Rápidamente, las tierras fueron apropiadas por los blancos, y los nativos sometidos a esclavitud.   Venus Hottentot

La historia de Sara es una historia de humillación que refleja el morbo de los científicos coloniales y su prejuicio en el estudio de la anatomía humana. Durante su adolescencia, Sara emigró a Cape Flats, cerca de Ciudad del Cabo donde terminó siendo esclava de unos granjeros y vivió en una pequeña cabaña hasta 1810. Ese año fue vendida al doctor británico William Dunlop, quien la persuadió para irse con él en barco hacia Inglaterra.
Lo que Dunlop deseaba, era presentarla en su circo como una rareza, una curiosidad científica, y hacer dinero con ella a través de exhibiciones. Algunas partes del cuerpo de Sara eran algo exorbitantes. Pertenecía a la tribu de los Khoisan, los cuales anatómicamente  acumulan la grasa corporal en los glúteos de manera prominente. Estas características son naturales para los Khoisan, y los europeos se basaron en ello para justificar su prejuicio contra los africanos y sus rasgos. A principios del siglo XIX, los europeos demostraban una ambigua aptitud hacia los Africanos, éstos eran considerados inferiores pero a la vez representaban una fijación sexual para la sociedad de entonces.
Sara fue bautizada con el nombre “artístico” de “Venus Hotentot” (‘Hottentot Venus’). El término peyorativo “Hottentot”, fue usado por los holandeses para referirse despectivamente a la “gente del monte”.
Como todos sabemos, Venus es la Diosa Romana del Amor, por lo tanto este apelativo no fue más que una cruel ironía ya que la diosa Venus era admirada e idolatrada, mientras que Sara se convirtió en un objeto de deseo y fue víctima de continuos abusos.
Las crónicas afirman que en sus presentaciones en Londres, era obligada a “desfilar” desnuda en una plataforma de dos pies de altura, así como a obedecer a su guardián cuando éste le ordenaba cómo “actuar en el escenario”. Por un pago extra, se le permitía a los espectadores que tocaran sus exuberantes glúteos, producto de la esteatopigia, que es la excesiva acumulación de grasa en esa área, característica común en algunas tribus de África. Este tipo de explotación es muy similar a la que se vive en nuestros días en miles de ciudades alrededor del mundo, inclusive hacia menores de edad. Algo muy aceptado (no tan discretamente) en nuestra insensible Civilización que no se diferencia en nada al hombre del Siglo XIX.
Hubo protestas en Londres debido a la manera en que Sara era tratada. Estas presentaciones se llevaron a cabo en una época en que se debatía la abolición de la esclavitud, y surgieron protestas en Londres cuestionando su explotación. Y el circo en el que la exhibían recibió presiones de ciertos sectores sociales y estuvo a punto de ser clausurado, ya que Sara Baartman no participaba voluntariamente en el, pero el doctor William Dunlop demostró que ella estaba de acuerdo, ya que presentó un contrato que ella había firmado. Hasta el día de hoy se duda que Sara realmente haya conocido o firmado aquel documento.
Finalmente, una sociedad benéfica solicitó la prohibición del espectáculo y Sara fue llevada ante los tribunales. Luego de que esto provocara el fin de tan repudiable negocio en Inglaterra, fue trasladada a París, donde un domador de fieras la exhibió durante quince meses y así continuó su degradante exhibición. En París atrajo la atención de científicos franceses, en particular la de George Cuvier, quien la describió como una mujer inteligente, de excelente memoria y que hablaba fluidamente el holandés.
Ya en el tiempo que los parisinos perdieron interés en el show de Sara, fue forzada a prostituirse. Ella  no pudo resistir el frío clima, la “cultura” europea, ni el abuso de su cuerpo. Sola, enferma y alcohólica, falleció el 29 de diciembre de 1815 a la corta edad de 25 años. Cinco años después de haber salido de su natal África. Víctima de la cruel codicia, prejuicio y despiadada explotación de una Sociedad carente de altruismo, sensibilidad ni respeto hacia sus semejantes. En donde la dominación de género predomina ante la equidad. Y la mórbida avidez desplaza la solidaridad y compasión tan limitada en la raza humana.
Lastimosamente ni después de fallecer recibió una muestra de respeto. A menos de 24 horas de su deceso la comunidad científica parisina se reunió para realizar su autopsia, luego de que Cuvier realizara un vaciado en yeso de su cuerpo. Los resultados de la autopsia fueron publicados también por Cuvier. Su esqueleto, su cerebro y sus genitales estuvieron en exposición en el Museo del Hombre de París. Sus genitales, sobre todo, fueron durante mucho tiempo objeto de gran curiosidad, por poseer la característica llamada sinus pudorisque es una elongación de los labios menores de la vagina, propia de las mujeres Joi-Joi. Sobre la base de estos estudios “científicos” de la Venus Hotentot, un etnólogo norteamericano, Josiah Clark Nott, llegó a la conclusión de que los Hottentot eran los especímenes más bajos y más bestiales de la humanidad.
Sus restos fueron expuestos al público durante más de 160 años, muchísimo después, en 1994, el entonces presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, realizó una petición formal a Francois Mitterrand para que sus restos sean devueltos a casa.
Los franceses en un inicio se mostraron reacios a la solicitud puesto que esto podría dar lugar a reclamaciones por parte de otros países para la devolución de objetos que llenan sus museos, razón por la cual se tuvo que legislar una Ley especial en el Parlamento que se prolongó por muchos años.
Luego de 160 años de exhibición, los restos de Sara fueron removidos del museo en 1974.  Finalmente fue devuelta y sepultada el 9 de agosto del 2002, Día de la Mujer en su país, en una región cercana al río Gamtoos en Cabo Este, en el sitio donde nació. Ahora en Sudáfrica es considerada un símbolo nacional.


Diana Ferrus, poetisa sudafricana de ascendencia Joi-Joi, le dedicó el siguiente poema:
    He venido a sacarte de esta miseria
a llevarte lejos de los ojos curiosos
del monstruo fabricado por el hombre
que vive en las tinieblas
con sus garras de imperialismo
que diseccionó tu cuerpo parte por parte
que asoció tu alma a la de Satán
y se declaró él mismo el dios absoluto.



http://www.nedobandam.com/historia-de-sarah-bartman-la-venus-hottentot/

MUY POCOS DEJARAN SU HUELLA...


martes, 6 de agosto de 2013

Informacion Rosario /Colaboremos/ Gracias

Podemos ayudar con esta información

Es importante que colaboremos y vayamos a las fuentes del lugar,como sabemos a veces las noticias se manipulan


Información sobre explosión en Rosario: CEMAR (0341) 4802-555

Se necesitan donantes de Sangre mañana 7 de agosto a la mañana factor O+ en El CEMAR (SAN LUIS 2020)

0341-4245151/0341-4491129 al32Telefonos del Sindicato de Empleados de Comercio. Otorgan viviendas transitorias a vecinos damnificados

 

Muchas gracias por la difusión

viernes, 2 de agosto de 2013

Vergüenza o culpa: sobre la corrupción y el honor.

Muchas veces hablamos de la culpa. Desde el mayor antropocentrismo, pensamos, otorgamos, su significado y su valoración moral desde la concepción occidental, haciéndola universal a todas las culturas. Bueno, nada más alejado de la realidad. He aquí una interesante nota al respecto.


La antropología ve las emociones como un asunto cultural. La vergüenza y la culpa son emociones universales, pero no las cosas que las provocan, y por lo tanto, tampoco lo es el sentimiento que se puede sentir ante un acto socialmente reprobable.
Si es vergüenza, se siente en el caso de ser sorprendidos, "pillados", mientras que otras culturas que favorecen el sentimiento de culpa, al ser un sentimiento interno, no hace falta ser descubierto para sentirlo.
La antropóloga norteamericana Ruth Benedict en su libro: “El crisantemo y la espada, modelos de la cultura japonesa” contrapone la “cultura de la vergüenza” japonesa, a la “cultura de la culpa” judeocristiana.  
 

Para Benedict, en las “culturas de la vergüenza” hay una moralidad propia y específica de cada grupo social (guerreros, mujeres, comerciantes...) y el individuo pesa muy poco en relación al grupo.

Por ejemplo “aidós!”, es decir: “vergüenza!” era el grito militar de los generales griegos para lanzar las tropas al combate. 

Otro ejemplo de la cultura de la vergüenza o del honor sería el caso de las
mujeres violadas en Jordania. En Jordania, cuando una mujer es violada, se ha manchado el honor de la familia, por lo que la mujer violada suele ser asesinada por miembros de su propia familia, para así limpiar el honor de la familia. De ahí que muy pocas violaciones sean denunciadas, quedando así en el terreno de aquello que no se hace público. 
El honor tiene un papel muy destacado en la vida diaria de las culturas mediterráneas, y debe transmitirse de una generación a la siguiente como si de un legado se tratara. Los miembros individuales del grupo familiar involucrados, sean hombres o mujeres, deben mantener dicho legado: las mujeres se encargan de la pureza del linaje familiar, que ellas transmiten, y los hombres de la reputación.
Por eso, cuando una mujer es asediada sexualmente, la mujer siente una vergüenza infinita, por lo que no suele denunciar estos abusos. Sin embargo, el problema es tan grave en Japón que han tenido que crearse vagones de metro exclusivos para mujeres para evitar los tocamientos y abusos sexuales. 
El mianzi (rostro) es el prestigio chino, la reputación y el status social de una persona. Es "tener cara", construirse un nombre, ser alguien. Aunque este concepto está muy relacionado con la prosperidad de los negocios chinos, esto no sólo se logra sólo con dinero o relaciones, es indispensable ser considerado, justo, operar según la rectitud y la justicia.

En una cultura de la vergüenza, el suicidio o el asesinato pueden verse como un acto honorable. Es el famoso "harakiri" o seppuku, una práctica común entre los samuráis, que antes de ver su vida deshonrada por un delito o falta, recurrían con este acto sagrado al suicidio. También es el caso de los inuit: en el pasado, en épocas de penurias, los primeros en sacrificarse era la gente mayor que se suicidaba. Otro ejemplo llamativo que nos puede dar la cultura inuit es el intercambio de parejas. Siempre tiene que haber consentimiento de las cuatro partes, pero si el adulterio se realiza en secreto, es común el asesinato a su propio esposo/esposa si no acepta el intercambio. Después, se suicida. De esta manera, evita que la familia de su espos@ le acabe matando.
En la cultura de la vergüenza, lo que importa es “que no se sepa”: el individuo sólo queda deshonrado si su conducta es de conocimiento público. Si nadie la conociera, no pasaría nada. En la cultura de la vergüenza, según Benedict, “no se incita a confesar nuestros pecados ni tan solo a los mismísimos dioses”. Así, cada uno esta muy atento al juicio que su conducta provoque en los otros. Por eso, la estructura de orden social no provoca intolerancia directa, sino una serie de formas de exclusión más sutiles. Hay un “poder del lugar”, de la posición social que se ocupa y de prestigio, más que un poder de norma.

Sin embargo, en las “culturas de la culpa” hay unos criterios de moralidad y
una idea muy fuerte de la conciencia individual. Un occidental quiere “no tener cargos de conciencia”. Mientras que para la cultura de la vergüenza lo realmente terrible de un acto moralmente reprobable es ser descubierto, para una cultura de la culpa lo terrible es cometer un acto reprobable. De ahí que el castigo, o la necesidad de reparación, en una sociedad de vergüenza sea mucho más elevado que en una sociedad de culpa.

Cuando un japonés es descubierto en un acto de corrupción, la humillación pública a la que es sometido es enorme, ya que, al ser una cultura de vergüenza, la humillación es una penitencia realmente eficaz.

"Pido perdón, de forma sincera, por causar problemas a muchos de nuestros clientes durante las revisiones de muchos modelos en muchas regiones". Con estas palabras, el presidente del fabricante japonés Toyota, Akio Toyoda, sufrió una auténtica humillación delante de los medios.
"Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir", afirmó el monarca de España Juan Carlos, después de que fue descubierto de viaje en un safari muy caro en un momento muy duro económicamente para el país. No tardaron en reprocharle una "falta de ética".
Las culturas de culpa, como la occidental, debido a sus raíces cristianas, hace sentirse culpable a quien realiza un acto moralmente reprobable, hasta el punto que, en numerosas ocasiones, el hacer público el delito, o la confesión, es la única salida para quien se siente terriblemente culpable de lo que ha hecho. No es éste el caso del rey, no fue una confesión, pero lo que está claro es la moralidad impregnada en el hecho que se le reprochaba, (el hacer un gasto tan considerable sin tener en cuenta los problemas económicos el país)
“Les debemos una disculpa a los jóvenes, que no tienen que ver con la crisis” dijo Bill Clinton ante los medios. “Todas las cosas que ocurren ahora en Europa las empezamos en Estados Unidos”, añadió un hombre experto en pedir perdón.
“Un presidente toma muchas decisiones y a veces se equivoca y es bueno tener la capacidad de reconocer los errores y pedir perdón” dijo el presidente de Chile.
“Quiero pedirles perdón como presidente de México, porque por culpa de quien haya sido hace 30, 20 ó 10 años, se quedaron con su dinero” les dijo el presidente mexicano Calderón a los exbraceros. También pidió perdón por no proteger a las victimas del crimen organizado, pero añadió "Prefiero asumir la crítica, aunque sea injusta, que el cargo de conciencia de no haber actuado aún viendo que existía el problema"
“Pedimos insistentemente perdón a Dios y a las personas afectadas, y queremos prometerles que haremos todo lo posible para que un abuso como ese no suceda nunca más”, prometió el Papa Benedicto XVI. 
"Me equivoqué. Lo lamento, pero fue así" "Ni soy culpable, ni voy a dimitir ni voy a convocar elecciones" dice el presidente de España, Rajoy, ante la corrupción destapada en su partido.
Naturalmente, en una sociedad que prima la culpa, la vergüenza también existe, y viceversa, por lo que se puede sentir vergüenza al ser descubiertos. 

"En los casos de corrupción política, nadie dimite, nadie se avergüenza de lo que ha hecho, nadie confiesa sus errores ni sus faltas, todo queda remitido a la dinámica procesal que será favorable o no al acusado" 

"Son los desvergonzados, actúan impunemente con la esperanza de que su culpa no les será imputada. No sienten vergüenza ninguna porque tampoco la ley les merece ningún respeto" aseveró la filósofa Victoria Camps en los medios.

Mientras, Eva Illiouz, socióloga, afirma que existe el mismo problema en otros ámbitos como el afecto o el amor: 
"Cuando el egoísmo se convierte en un modus operandi legítimo, hay una erosión del sentimiento de vergüenza, porque la vergüenza presupone una posibilidad de ser responsable para con los otros. Y el capitalismo ha erosionado en gran manera esa capacidad. Esta es una cultura que legitima la persecución hedonista del propio interés en todos los dominios".

"El amor constituye un sostén social del yo, pero como los recursos culturales que lo tornan constitutivos del yo han sido esquilmados, hace falta que la ética regrese de manera urgente a la esfera de las relaciones sexuales y emocionales".

Un hombre Cree de Canadá contaba a una enfermera:

  “No he estado en Europa, pero he leído y me han contado muchas cosas de ese viejo mundo vuestro. Allí, las normas y las presiones vienen del exterior de la persona y uno puede seguirlas o reaccionar ante ellas, pero es siempre hacia fuera. Por eso tenéis conceptos como la vergüenza, la envidia, el estar midiéndose en comparación con el otro y el estar muy pendientes del “haber y deber”, ese sorprendente formalismo de llevar la cuenta de los “favores”. No dais sin apuntar mentalmente una deuda. Sé que aquí es más difícil. Tienes que mirar dentro de ti y decidir. Todo lo que haces y piensas te pertenece. Nadie es más responsable de lo que te ha tocado, de lo que has decidido, de lo que dejaste de decidir, de lo que haces o dejas de hacer. Tú tienes que responsabilizarte de lo tuyo en todo momento”


 
 
Fuentes:
"De tránsito de sueño en sueño" Clara Valverde.
"Honor y vergüenza en el Mediterráneo" Carmel Cassar.
"El crisantemo y la espada" Ruth Benedict.