Qué decimos cuando hablamos? El uso de las palabaras en nuestra cotidianeidad parece no tener mayores implicancias que aquello a lo que pretendemos referirnos. Pues bien, nada más alejado de esa idea. Como todo lo creado por el hombre, el idioma que se comunica a través de las palabras no está exento de simbologías que trascienden a las palabras (entendidas como fonemas que transmiten significados.) y que marcan, sin darnos cuenta, a las subjetividades. Así, cuestiones como el machismo se cuelan en los discursos diarios. Para muestra, dejo este botón:
DIFERENCIAS ENTRE HOMBRES Y MUJERES.
ZORRO = Héroe justiciero.
ZORRA = Puta.
PERRO = Mejor amigo del hombre.
PERRA = Puta.
AVENTURERO = Osado, valiente, arriesgado.
AVENTURERA = Puta.
CUALQUIER = Fulano, Mengano, Zutano.
CUALQUIERA = Puta.
CALLEJERO = De la calle, urbano.
CALLEJERA = Puta.
HOMBREZUELO = Hombrecillo, mínimo, pequeño.
MUJERZUELA = Puta.
HOMBRE PÚBLICO = Personaje prominente. Funcionario público.
MUJER PÚBLICA = Puta.
HOMBRE DE LA VIDA = Hombre de gran experiencia.
MUJER DE LA VIDA = Puta.
PUTO = Homosexual.
PUTA = Puta.
HEROE = Ídolo.
HEROÍNA = Droga.
ATREVIDO = Osado, valiente.
ATREVIDA = Insolente, mal educada.
SOLTERO = Codiciado, inteligente, hábil.
SOLTERA = Quedada, lenta, ya se le fue el tren.
SUEGRO = Padre político.
SUEGRA = Bruja, metiche, etc.
MACHISTA = Hombre macho.
FEMINISTA = Lesbiana.
DON JUAN = Hombre en todo su sentido.
DOÑA JUANA = La mujer de la limpieza
Donde quedo la igualdad?
Ya lo dijo el gran Pierre Bourdieu: "el que nomina, domina"
Saludettes!!
jueves, 24 de octubre de 2013
sábado, 19 de octubre de 2013
Reconociendo Múltiples Feminismos: La Voz de las Mujeres Musulmanas
El Movimiento Feminista emergió de las experiencias de mujeres con el objetivo de comprender la naturaleza de la inequidad de género que nos afecta y nuestro rol en la sociedad. Su lucha siempre ha sido lograr una mayor justicia social para las mujeres y que seamos equiparadas a la categoría de persona, tanto en lo corporal, como en lo intelectual y espiritual.
Los feminismos de la primera y segunda ola fueron objeto de fuertes críticas, por tener en cuenta sólo a las mujeres blancas, de clase media y con formación académica. Aunque el feminismo convencional y las feministas han tratado de incorporar un montón de cosas para hacer frente a esas preocupaciones, todavía hay grandes lagunas e inquietudes en cuanto a entender y hacer en este ámbito.
Lo anterior es una de las principales razones por las cuales las mujeres de color, las feministas del tercer mundo, las feministas negras, etc. no se reconocen a sí mismas en la corriente principal del feminismo blanco. El feminismo postcolonial nos ha reconocido agencia fuera de los canones de subalteridad, de ahí la importancia de este enfoque para comprender las luchas por nuestros derechos desde el sur.
La cuestión es que este “feminismo blanco y primer mundista” es un enfoque dominante, que ve el objetivo de la justicia social de género, desde una sola perspectiva. Ell@s se ven a sí mism@s como salvadores blanc@s, que pueden arreglar la situación de las mujeres en todo el mundo, incluso si esto significa falta de comprensión y respeto de los demás en cuanto a la cultura, la religión y la identidad.
La misma tendencia se ha visto en el auge de la Islamofobia en Occidente, especialmente después del 11 de septiembre de 2001. Incluso en los países donde casi no existe población musulmana, la Islamofobia y los estereotipos sobre las mujeres musulmanas están presentes en los discursos mediático e institucional.
Incluso, las personas comunes y corrientes, no sabiendo nada de Islam, se apropian de las construcciones simbólicas sobre “La Mujer Musulmana” como si fuesen la verdad última e inobjetable. Con esto, se nos mantiene a las mujeres que profesamos el Islam como Fe, en un estatus latente de “alteridad-subalteridad” en el cual no se nos reconoce voz propia ni capacidad para explicar la realidad, menos para desarrollar un discurso feminista.
Como mujeres, reconocemos que existe el patriarcado en nuestras culturas y hay algunos problemas graves en todas las sociedades con respecto a las mujeres y su acceso a los derechos básicos. La opresión femenina es un estado cotidiano y general que, de diferentes formas, nos afecta a todas. No obstante, estar de acuerdo en el diagnóstico, no quiere decir que las estrategias de emancipación y las formas que asumen las luchas por los derechos tengan que ser los mismos.
Para reclamar justicia social en nuestras sociedades patriarcales, las mujeres tenemos que ser capaces de ser socialmente justas entre nosotras. Esto implica reconocer la diversidad de sensibilidades, culturas, contextos, historias, sexualidades, aspiraciones que nos configuran como personas y la forma como esta interseccionalidad nos cruza a a cada una.
Colaboración Sí, Usurpación No
Actualmente, queda más que claro-o debería estarlo- que las mujeres musulmanas (así como las lesbianas, indígenas, latinas, inmigrantes, negras, transexuales o chicanas) somos más que capaces de hablar por nosotras mismas.
Sin embargo, admitir una realidad no es lo mismo que legitimarla. Y todavía el feminismo blanco primer mundista y burgués, cae de modo recurrente en el acto de tomar el espacio, el liderazgo y la voz en los temas de las mujeres de “La Tercera Ola”, las que nos hemos reconocido como sujetos a través del desarrollo del feminismo postcolonial.
Una prueba de ello es la cantidad de campañas online llevadas adelante por ONGS Europeas o Norteamericanas,que abogan por los Derechos de las Mujeres africanas, latinas o musulmanas, como si estas mujeres, en sus países y/o contextos no estuviesen haciendo nada al respecto. Esto sólo como ejemplo.
Los medios de comunicación y su preferencia por lo hegemónico, no muestran a menudo las realidades del activismo en el tercer mundo, pero desde los feminismos deberíamos tener claro que la usurpación deslegitima y reduce el impacto de nuestro trabajo, además de invisibilizar aún más nuestras voces.
Esto nos coloca en una posición difícil: Por un lado, estamos luchando contra el Patriarcado y, por otro, por no desaparecer tras las buenas intenciones salvadoras de nuestras compañeras del feminismo tradicional.
En los tiempos que corren , en que las mujeres de todo el mundo están luchando por su espacio, las feministas blancas, muchas veces, han hecho sólo más mal que bien, al ser irrespetuosas de nuestras identidades y valores.
Miles de Rostros de Mujeres Musulmanas
El Islam no es monolítico. Es una de las religiones más multi-raciales del mundo. Los y las musulmanes venimos en todos los colores y con nuestra identidad cultural diversa.
Esta falta de comprensión de las particularidades de las mujeres musulmanas o feministas musulmanas es bastante clara sobre la base de estereotipos establecidos por el orientalismo y los medios. Leyla Ahmed ha denunciado esos estereotipos y dice que son muy útiles para justificar los asuntos políticos .
El feminismo blanco, occidental y auto-definido como “Universal” tiende a reproducir los códigos de la opresión y la islamofobia, al asumir estas imágenes sobre las mujeres musulmanas como la realidad, con lo cual se acerca al machismo y al dogmatismo religioso, más que a los feminismos.Esta actitud hacia las mujeres musulmanas u otras personas que no representan la corriente principal son sólo una forma de reproducción patriarcal de algunas mujeres.
Si hablamos de feminismos, debemos reconocer que esto es, en primer lugar, un proceso de ganar la propia conciencia y que el reconocimiento de género comienza en la persona, por lo que nadie tiene derecho a imponer un marco normativo sobre este proceso.
Todas las mujeres, incluso las mujeres musulmanas entre nosotras, somos diferentes y llevamos nuestra historia propia, motivaciones, ideas y conceptos a este acto liberación, que supone la adopción de una conciencia que conduce finalmente a la construcción de un discurso feminista de género. Entonces: ¿Quién tiene derecho a decir que experiencias son mejores o más feministas que otras? Esto es el establecimiento de la jerarquía, que es exactamente lo que el patriarcado hace con las mujeres en su conjunto.
Nosotras, las mujeres tenemos que trabajar en el reconocimiento de las demás como seres humanos capaces de explicarse a si mismas y desarrollar nuestra propia retórica sobre lo que es una mujer y sobre las teorías que nos explican .
También es necesario avanzar en el reconocimiento, el respeto y la integración de diversas estrategias para construir una verdadera asociación, reapropiarse de lo universal común que es en última instancia, sólo una suma de la diversidad humana en torno a valores comunes, de lo que se supone el feminismo es una expresión.
Tomado de : http://vaneriveradelafuente.wordpress.com/
lunes, 7 de octubre de 2013
miércoles, 2 de octubre de 2013
Existe una tribu en África, donde la fecha de nacimiento de un niño no se toma como el día en que nació, ni como el momento en que fue concebido sino como el día en que ese niño fue “pensado” por su madre.
Cuando una mujer decide tener un hijo, se sienta sola bajo un árbol y se concentra hasta escuchar la canción del niño que quiere nacer.
Luego de escucharla, regresa con el hombre que será el padre de su hijo y se la enseña. Entonces, cuando hacen el amor con la intención de concebirlo, en algún momento cantan su canción, como una forma de invitarlo a venir.
Cuando la madre está embarazada, enseña la canción del niño a la gente del lugar, para que cuando nazca, las ancianas y quienes estén a su lado, le canten para darle la bienvenida.
A medida que el niño va creciendo, cuando el niño se lastima o cae o cuando hace algo bueno, como forma de honrarlo, la gente de la tribu canta su canción.
Hay otra ocasión en la que la gente de la tribu le canta al niño.
Si en algún momento de su vida, esa persona comete un crimen o un acto socialmente aberrante, se lo llama al centro de la villa y la gente de la comunidad lo rodea. Entonces, le cantan su canción.
La tribu reconoce que la forma de corregir un comportamiento antisocial no es el castigo, sino el amor y la recuperación de la identidad. Cuando uno reconoce su propia canción, no desea ni necesita hacer nada que dañe a otros.
Y así continua durante toda su vida.
Cuando contraen matrimonio, se cantan las canciones juntas.
Y finalmente, cuando esta persona va a morir, todos en la villa cantan su canción, por última vez, para él.
. . . . .
Puedes no haber nacido en una tribu africana que te cante tu canción en cada una de las transiciones de tu vida, pero la vida siempre te recuerda cuando estás vibrando a tu propia frecuencia, y cuando no lo estás.
Sólo sigue cantando y encontrarás tu camino a casa
Cuando una mujer decide tener un hijo, se sienta sola bajo un árbol y se concentra hasta escuchar la canción del niño que quiere nacer.
Luego de escucharla, regresa con el hombre que será el padre de su hijo y se la enseña. Entonces, cuando hacen el amor con la intención de concebirlo, en algún momento cantan su canción, como una forma de invitarlo a venir.
Cuando la madre está embarazada, enseña la canción del niño a la gente del lugar, para que cuando nazca, las ancianas y quienes estén a su lado, le canten para darle la bienvenida.
A medida que el niño va creciendo, cuando el niño se lastima o cae o cuando hace algo bueno, como forma de honrarlo, la gente de la tribu canta su canción.
Hay otra ocasión en la que la gente de la tribu le canta al niño.
Si en algún momento de su vida, esa persona comete un crimen o un acto socialmente aberrante, se lo llama al centro de la villa y la gente de la comunidad lo rodea. Entonces, le cantan su canción.
La tribu reconoce que la forma de corregir un comportamiento antisocial no es el castigo, sino el amor y la recuperación de la identidad. Cuando uno reconoce su propia canción, no desea ni necesita hacer nada que dañe a otros.
Y así continua durante toda su vida.
Cuando contraen matrimonio, se cantan las canciones juntas.
Y finalmente, cuando esta persona va a morir, todos en la villa cantan su canción, por última vez, para él.
. . . . .
Puedes no haber nacido en una tribu africana que te cante tu canción en cada una de las transiciones de tu vida, pero la vida siempre te recuerda cuando estás vibrando a tu propia frecuencia, y cuando no lo estás.
Sólo sigue cantando y encontrarás tu camino a casa
Me pareciò una maravilla compartirlo con ustedes, estoy perdiendo el camino espiritual, creo, y esto es como que me reconectò
Para todas mis amigas que nacieron para luchar
Graciela
PAZ Y AMOR

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martes, 1 de octubre de 2013
#DENUNCIA , ESTAMOS PARA AYUDARTE
Maltrato a la Mujer
Autora: Mª Luisa Torres Peralta.
Psicóloga y Terapeuta Sexual
Psicóloga y Terapeuta Sexual
Situación emocional de la mujer maltratada
|
La mujer maltratada, vive situaciones emocionales perturbadoras:
- Perdida de la autoestima.
- Ambivalencia hacia el maltratador por el que siente miedo, agresividad y amor (durante las remisiones).
- Ansiedad de la marcha que conlleva la responsabilidad del fracaso familiar y, en la mayoría de los casos, hacerse cargo de los hijos.
- Presiones del medio, que la culpabiliza por su posición de víctima y por el fracaso conyugal, por ejemplo, las amistades presionan para que le abandone, mientras que la madre para que le aguante.
- Consecuencias económicas de una marcha.
- Ineficiencia de apoyos jurídicos para protegerla y el temor permanente a ser agredida de nuevo por la pareja que sigue persiguiéndola.
Estos son algunos de los aspectos que se viven en una situación de agresión, otros son:

- Malestar, incomodidad.
- Tristeza.
- Vergüenza.
- Retraimiento, repliegue sobre sí misma.
- Reticencia al intercambio de opiniones, de experiencias, por ejm. en la entrevista.
- Tendencia a desvalorizarse y culpabilizarse.
- Somatizaciones diversas: depresión, insomnio, consumo exagerado de medicamentos, alcoholismo, problemas digestivos, problemas sexuales, etc…
- Actitud temerosa.
- Indecisión.
- Agresividad desproporcionada hacia los profesionales que le preguntan.
- Reacciones de huida.
- Prisa.
- Aislamiento, deberán afrontar la soledad, pocas mujeres han sido preparadas para vivir ellas mismas, solo se van funcionando ligadas a un hombre.
La mujer maltratada que sale del círculo de la violencia tendrá que recuperar todas las pérdidas emocionales, psicológicas y físicas inherentes a la vivencia de la violencia.
Sólo el 5% de los malos tratos familiares son denunciados, es decir sólo se denuncia el maltrato cuando es brutal o muy reiterado. Existen condicionamientos importantes por los que no se denuncia el maltrato:
- La dependencia económica y afectiva de la víctima con el agresor.
- El miedo.
- La no aceptación del fracaso matrimonial o de pareja, queriendo sostener la relación hasta límites insoportables.
- La falta de conciencia de estar siendo maltratada (solo se debe denunciar cuando hay lesión). El sentimiento de culpa a la hora de denunciar el padre de sus hijos.
- El desánimo al ser conscientes de que no va a servir para nada.
- Falta de recursos económicos.
- No tener donde ir, etc.
- La falta de respuesta de la propia familia de la víctima y de las Instituciones en general.
- La ocultación del problema por vergüenza.
- La baja autoestima de la víctima que impide dar respuesta a ala agresión.
- La tolerancia del maltrato por parte de la víctima.
La violencia familiar se produce en todas las clases sociales y por tanto en todos los estamentos económicos, incluso en aquellos de alto nivel cultural. No obstante cuando se extraen datos de denuncias, encontramos principalmente mujeres de clases sociales desfavorecidas. Pero si hacemos el análisis de datos obtenidos en despachos de abogados privados, encontramos que muchas de las mujeres que acuden a separarse pertenecientes a clases sociales acomodadas, han sido objeto de malos tratos físicos y psíquicos.
Muchas mujeres retiran la denuncia antes del Juicio, casi siempre por miedo y bajo amenazas. Un factor que hay que tener también presente es la dificultad que tiene la víctima de probar los hechos, estos siempre se producen en la intimidad, sin testigos o con testigos que dependen del agresor por razones de parentesco. Tampoco le resulta fácil a la víctima llevar testigos de la agresión tales como vecinos, ya que normalmente no quieren ir. Por otra parte, los certificados de lesiones aportados no siempre tienen el poder probatorio de la existencia de la violencia familiar, ya que si bien certifican las lesiones, no acreditan quien las produce. En definitiva en la mayoría de los casos las mujeres que se animan a denunciar, tienen otra dificultad añadida: "la carga de la prueba siempre recae sobre la víctima siendo en la mayoría de los casos difícil de romper la tan argumentada presunción de inocencia del art. 24 de la Constitución Española".
El delito de la habitualidad en el maltrato fue introducido en nuestro código en la reforma del 95 y dice: "el que habitualmente ejerza violencia física sobre su cónyuge o persona a la que se halla ligado de forma estable por análoga relación de afectividad… será castigado con la pena de prisión de 6 meses a tres años". La Jurisprudencia exige 3 agresiones para que se considere la habitualidad y se requiere también la convivencia del agresor con la víctima. Dado que los mecanismos legales no actúan con rapidez, la mujer maltratada debe irse del domicilio familiar con sus hijos a una casa de un familiar, de una amiga, o a una casa de acogida, mientras el agresor queda en el domicilio.
La nula protección a la víctima hace que sobre ella recaiga el peso de coordinar los distintos procedimientos civiles y penales a los que debe acudir, meta difícil de obtener con los resortes legales existentes.
Dificultades que la mujer evalúa en su ruptura:
- Riesgo de buscar ayuda o decidirse, la violencia física y el daño psicológico: riesgo de un aumento de amenazas y de la violencia física (hijos, familia, víctima), de que el agresor amenace con suicidarse, de hostigamiento continuo, de secuestro de los hijos, etc…
- Riesgo económico: riesgo de poder adquisitivo, de perder ingresos o trabajo o relaciones, miedo a sentirse sola (el agresor la ha separado de sus amistades y familiares poco a poco, en algunos casos), etc…
- Miedo de las actitudes de los amigos, familiares, profesionales, ...: Riesgo de no ser creída, de que tengan una actitud crítica con ella, etc…
Tipos de ruptura:
- Ruptura rápida: La mujer se va en cuanto aparecen las primeras manifestaciones de violencia.
- Tiene el grado de estudios necesario para encontrar un trabajo.
- Tiene amigos con los que contar.
- No tiene pasado familiar de violencia.
- Tiene alternativas, conoce recursos y tiene acceso a ellos.
- Tiene una buena autoestima.
- Ruptura a disgustos: Se separa tras varios años de soportar violencia, después de haber intentado salvar la relación. Reduce su culpabilidad puesto que ha hecho todo lo que ella pensaba que podía salvar su pareja.
- Ha puesto medios para poner fin a la violencia.
- Ha buscado ayuda: psiquiátrica, alcohólicos anónimos, etc…
- Ha intentado salvar su matrimonio.
- Su decisión ha sido pensada y meditada.
- Evalúa que el precio del abuso es demasiado alto para ella y los niños, y decide irse.
- Ruptura evolutiva: Abandona la relación y vuelve sucesivas veces, hasta adquirir el convencimiento de que es preferible afrontarlos problemas derivados de la separación que soportar la tortura de semejante relación. La violencia se añade a la dificultad de irse.
- Tiene baja autoestima
- No conoce los recursos.
- Tiene dificultades económicas.
- Tiene pocas posibilidades de trabajar fuera de casa.
- Comulga con los estereotipos femeninos (muy arreglada, conforme le gusta al hombre).
- Tiene la responsabilidad de los hijos teme la soledad.
- Se siente aislada.
Así pues la experiencia de la ruptura debe haber permitido algunas adquisiciones o aportado respuestas importantes a la mujer maltratada. Por su parte, el agresor, se siente reforzado por el regreso de su víctima (hace lo que quiere, de todos modos ella vuelve siempre). Se siente con autoridad para reiniciar, en algún momento, comportamientos violentos puesto que sabe que la víctima le pertenece
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